Objeto y confrontación de los modelos educativos

El término educación remite a la formación destinada a desarrollar la capacidad intelectual, moral y afectiva de las personas de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a la que pertenecen. A raíz de ello, la búsqueda de un modelo educativo interdisciplinario es el ideal de un maestro, en especial él, por el reto de su formación en diversos contextos.

Ahora bien, es indispensable pensar en la educación de dos concepciones mencionadas por Noam Chomsky en su reflexión sobre "el objetivo de la educación". Una de ellas es la tradicional; a través de dicho término, la educación juega un papel de ser sinónimo de adoctrinamiento y de hecho, el ingreso pleno a una estructura de poder. Por otro lado, concibe la educación como una investigación creativa. Ambos significados de educación, permite evaluar el modelo planteado en un contexto como tal.

Es preciso reconocer qué influencia tiene el contexto histórico de cada país en la construcción de un modelo educativo. Partir del país Corea del Sur es dar a entender el poder emblemático, de cierto modo, que ha generado la tecnología y cómo esta, trasciende a campos incomparables. Así pues, es evidente un proceso investigativo incuestionable y conformista; se vive entonces la tecnología como medio único de aprendizaje lo que provoca la teoría sobre los libros como tecnología obsoleta. En cuanto a Finlandia, como segundo ejemplo, se vive un modelo de educación basado en principios de igualdad y equidad lo que evoca la creación de un espíritu libre; además de ello se logra conciliar un lazo entre la tecnología y pedagogía. En síntesis de ambos lugares, es preciso pensar en el cómo, desde la globalización hasta la misma evolución tecnológica, influye en el proceso más primordial del ser humano: educación.

A través del análisis de los modelos de los lugares mencionados, es oportuno pensar en el nuestro. El modelo educativo de Colombia podría evidenciarse por medio de dos pilares: maestros e inversión. Por un lado, el rol del maestro está fundamentado como simplemente un transmisor de saber, lo que por consecuencia se crea la necesidad de reinvindicar su rol y así proponer una imagen diferente de maestro; por otro, el de la inversión, se concibe la idea de paro académico ya que la inversión que se tiene en tal sistema está estancado, es pues el momento de invertir en creación para generar transformación. El ideal de un modelo educativo no se basa en el adoctrinamiento de un saber o un ser como tal, sino, en la innovación a través de la investigación, creación y búsqueda como objetivos finales de la vida. Para ello, es necesario repensar el papel de la escuela como del mismo alumno y de qué modo configurar una educación íntegra que sea de igual modo sinónimo de inclusión.

No es preciso intuir que el ideal está basado en las nuevas tecnologías ni en la arbitrariedad de estudio en una edad prematura como lo propone Finlandia. Es imprescindible armonizar una educación la cual estimule la exploración creativa y no la entrada a una estructura de autoridad; por ello, la necesidad de cuestionar e interpretar debe nacer desde el mismo del modelo educativo. Con base a ello, el principio básico de una educación es el derecho a ella lo que proporcione la inclusión y como segundo principio, el valor significativo de la escuela como organización primordial de aprendizaje y en tercer lugar, en un método eficaz que el reemplazo de la inteligencia humana no se dé por la artificial.

En conclusión, es necesario fecundar un nuevo modelo y no imitar, como lo propone el campo político, que proporcione un resultado cabal en los sentidos que compone el propio ser humano. Por consiguiente, la implementación de un campo tecnológico junto con el actual (libros) lograría un modelo acertado de modo equilibrado.