Una nueva educación

Por qué no dejamos a un lado el tradicionalismo que ha marcado nuestro enseñanza?... ¿Cómo encontrar la manera de que el niño este sediento del aprendizaje en el que no existe el devenir ni la dualidad sino la trascendencia de lo aprendido a la vida misma?, estos son interrogantes que a cada instante surgen en mi mente y que solo buscan hacer de la educación un taller o medio humanizador como decía Comenio, un lugar que no se limite a impartir conceptos y nociones con la intención de plasmarlos en la memoria para que con el paso del tiempo fueran olvidados. Realmente, la verdadera educación implica que el maestro cree espacios entre las niñas y los niños, desde el respeto mutuo y la convivencia democrática, enseñe más allá de contenidos académicos e impulse el aprendizaje compartido maestro-alumno, es decir, el profesor va a la escuela a aprender de sus alumnos y con sus alumnos en un aula donde no se “trasmitan conocimientos que en muchos casos abruman a los estudiantes con datos aislados y carentes de sentido” (IVIC, 1989,p.434), sino donde se emprenda la aventura a descubrirlos de manera compartida con los demás. Es por esto que es importante hacer alusión a la enseñanza de la lectura ya que promueve y manifiesta
La formación enmarcada en un proceso dinámico de acuerdo con las condiciones personales de cada alumno es la clave para transformar la educación, dejar aun lado los trapos viejos y artilugios de la tradicionalidad para abrirle paso a la práctica del aprendizaje a través de la observación, la investigación, el trabajo y la resolución de problemas, en un ambiente de objetos y acciones prácticas. Este sistema de descubrimiento didáctico se convierte en el elixir para revivir la escuela, para romper las atadoras de cerebro y destruir los muros que nos impiden reconocer el mundo desde la espontaneidad, el activismo, el sentir y sobre todo el pensar, queponeen marcha las energías del alumno respondiendo así a sus predisposiciones e intereses, en un ambiente de respeto, libertad y actividad.
En definitiva, el mundo es un laboratorio en el que el niño desarrolla activamente su propia educación a partir de recursos didácticos como el juego, la experimentación y la construcción de conocimientos.