¿ESTAMOS PREPARADOS PARA EL CAMBIO?
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¿ESTAMOS PREPARADOS PARA EL CAMBIO?
En primer lugar, considero que es difícil pensar en los cambios que se avecinan con tanto fervor por la simplicidad de su impacto, más que su contenido como tal. Sin embargo, analizar su impacto es traer a colación su campo positivo como negativo.
Por el lado positivo, opino que cada impacto generaría opciones de vida y cómo hacerla más fácil en el afán del día. Así pues, el trabajo no sería tan ligado a la fuerza que el mismo exige, sino que propiciaría modos que disminuyan o en un caso más palpable, reemplacen el trabajo como tal. Sin embargo, el campo negativo estaría evidenciado en la pérdida total o parcial de bases sólidas que a medida del transcurso del tiempo se van adoptante llegando al punto de convertirse en costumbres; algunas que edifican otras que simplemente son vacuas y frágiles para el cambio.
Ahora bien, pensar en la preparación para el cambio sería imaginarlo ya instalado. De cierto modo, se vive un cambio a raíz de la tecnología en el medio más importante de formación: la educación. Se han proyectado herramientas que faciliten el proceso de aprendizaje, pero de igual modo, los roles tanto del maestro como escuela se han deshilvanado como el deshacerse de una gota. Y es allí, donde el reto de quienes se ven más afectado empieza a florecer: ¿cómo ser parte del cambio sin perder el rol que he construido?
Sencillamente no estamos preparados para el cambio; se está cuando reconocemos el límite de su uso, de igual modo el uso de cada herramienta, cómo mejorar la condición humana y no llevarla al clímax del consumismo y especialmente, cuando continuamos con nuestra esencia humana y no globalizada. También es oportuno pensar que, al vivir en una era de cambios, todos debemos vivir en la era de retos, no sólo los maestros quienes se ven más afectados por el proceso de aprendizaje de niños y jóvenes.
No estamos preparados ya que hemos permitido que, en este caso la tecnología, nos reorganice nuestra propia forma de vivir, comunicarnos y aprender. Pero si bien es preciso pensar en el cómo recuperar nuestra cultura y está enfatizada en aquellos medios de tradición socio-histórica que dejamos en la palabra olvido. Allí, en la memoria viva del ser, se encuentra la salvación a la era de interactividad. Posterior a la recuperación de la memoria del ser, estaremos mirando ahora el rol que cada una de las entidades de formación lleva cabo y qué influencia tiene para la construcción de sociedad.
Finalmente, podría decir que a través de conocimientos de límites y de un cómo manejar los cambios, es oportuno decir: sí estamos preparados para un cambio. De lo contrario, los humanos nos veremos en la penosa obligación de estar atados.
Por el lado positivo, opino que cada impacto generaría opciones de vida y cómo hacerla más fácil en el afán del día. Así pues, el trabajo no sería tan ligado a la fuerza que el mismo exige, sino que propiciaría modos que disminuyan o en un caso más palpable, reemplacen el trabajo como tal. Sin embargo, el campo negativo estaría evidenciado en la pérdida total o parcial de bases sólidas que a medida del transcurso del tiempo se van adoptante llegando al punto de convertirse en costumbres; algunas que edifican otras que simplemente son vacuas y frágiles para el cambio.
Ahora bien, pensar en la preparación para el cambio sería imaginarlo ya instalado. De cierto modo, se vive un cambio a raíz de la tecnología en el medio más importante de formación: la educación. Se han proyectado herramientas que faciliten el proceso de aprendizaje, pero de igual modo, los roles tanto del maestro como escuela se han deshilvanado como el deshacerse de una gota. Y es allí, donde el reto de quienes se ven más afectado empieza a florecer: ¿cómo ser parte del cambio sin perder el rol que he construido?
Sencillamente no estamos preparados para el cambio; se está cuando reconocemos el límite de su uso, de igual modo el uso de cada herramienta, cómo mejorar la condición humana y no llevarla al clímax del consumismo y especialmente, cuando continuamos con nuestra esencia humana y no globalizada. También es oportuno pensar que, al vivir en una era de cambios, todos debemos vivir en la era de retos, no sólo los maestros quienes se ven más afectados por el proceso de aprendizaje de niños y jóvenes.
No estamos preparados ya que hemos permitido que, en este caso la tecnología, nos reorganice nuestra propia forma de vivir, comunicarnos y aprender. Pero si bien es preciso pensar en el cómo recuperar nuestra cultura y está enfatizada en aquellos medios de tradición socio-histórica que dejamos en la palabra olvido. Allí, en la memoria viva del ser, se encuentra la salvación a la era de interactividad. Posterior a la recuperación de la memoria del ser, estaremos mirando ahora el rol que cada una de las entidades de formación lleva cabo y qué influencia tiene para la construcción de sociedad.
Finalmente, podría decir que a través de conocimientos de límites y de un cómo manejar los cambios, es oportuno decir: sí estamos preparados para un cambio. De lo contrario, los humanos nos veremos en la penosa obligación de estar atados.
Valeria Hincapie Tabares- Invitado
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